Iron Man 3: menos acción, pero muchísima más emoción

Antes de comenzar con la crítica de Iron Man 3, no puedo más que agradecer a Jon Favreau que declinara dirigir la tercera entrega de Iron Man, así como a Robert Downey Jr que recomendara a Shane Black, con quien había trabajado en Kiss Kiss, Bang Bang. Al ser un servidor uno de esos raros especímenes que odiaron la primera y no encontraron tan estimulante la segunda, más por la propaganda política que había detrás de la actitud del personaje, que porque no fueran películas entretenidas, que realmente lo eran, acudí a la sala de proyección sin mayores expectativas en esta ocasión. Queda claro que la incorporación de Shane Black ha servido para imprimir a la película una mirada diferente, que no sólo se ha limitado a humanizar a su protagonista, sino a integrar el relato en un contexto político mucho más cercano a la realidad contemporánea, reflexionando verdaderamente sobre los orígenes del llamado 'eje del mal'.

Iron Man 3 se presenta como el final de una trilogía, no sé si tanto porque sus artífices lo hayan decidido así, como porque la película encierre ese sentimiento -al menos Gwyneth Paltrowno piensa volver para otra. Los fanstalibanes, considerarán que la película ha disminuido en cuanto al contenido de acción, pero aumenta proporcionalmente su profundidad dramática. Si tiene menos secuencias de acción, aparte de que todas ellas siguen siendo igual de espectaculares, resultan ahora mucho más emocionantes. Igual que el desplome del World Trade Center servía para revelar que la considerada nación más poderosa del mundo podía ser abatida de formas que no había ni imaginado, Tony Stark también es vulnerable, lo que permite que el espectador sienta el mismo vértigo que el personaje. Además, es él mismo quien hace ese ejercicio de reflexión que todavía no han conseguido realizar los estadounidenses, algo más de una década después del 11-S, que le lleva a conclusiones mucho más inteligentes que a las que llegaba en sus títulos previos. Si al principio se centra más en los personajes, progresivamente irá cediendo espacio a la acción, para terminar siendo ese relato trepidante que todos estaban esperando.



Otro de los grandes aciertos de Iron Man 3 es la precisión y elocuencia con la que ese eje del mal ha desarrollado las artimañas, que además resultan hasta lógicas y comprensibles. Y no me refiero sólo a la caracterización de los villanos de la película, que me parece espectacular, no sólo por su impacto visual, sino también por sus connotaciones psicológicas -que no voy a explicar por no caer en spoilers-, sino al modo en que se supone se han integrado dentro de la sociedad, activando después su ataque progresivo que, nuevamente, guarda una relación directa con diferentes sucesos reales que, lamentablemente, proliferan cada vez más. ¿Y qué me dicen de la sutil manera en la que ridiculiza el patriotismo mal entendido, ese que se basa únicamente en los colores y agitar banderitas? Para que luego digan que este tipo de cine no tiene contenido, para que luego digan que a este tipo de cine no le hace falta contenido.



Si Robert Downey Jr interpreta a Tony Stark con su habitual desparpajo, me siento en la obligación de celebrar la interpretación de Guy Pearce en el primer personaje en que no parece un homosexual de armario -salvo en The adentres of Priscilla, queen of the desert, donde era una marica compacta fuera del armario. Su interpretación no sólo es convincente, sino que le convierte en un villano realmente carismático, a la altura de su antagonista. A quien no puedo soportar de ninguna de las maneras es a Gwyneth Paltrow ni a su personaje, la primera porque nunca consigue evitar que piense que no es más que una pija cuyo papá le compró un oficio en el que jugar a ser actriz, y Pepper Potts porque realmente creo que es tan insoportable como al actriz que le interpreta. Por eso disfruto con todo lo que le sucede al personaje, porque se lo merecen las dos. Lástima que no le dejara más sitio a Rebecca Hall.



Y no quisiera ser mal pensado pero, me da la impresión de que la percepción de Shane Black con respecto a Jon Favreau, y el personaje que interpreta es muy parecida a la mía. Al menos le agradezco que le haya relegado a tres o cuatro secuencias. Es que muchas veces la clave no está en la duración, porque quien sí consigue entusiasmar con su breve intervención es Ben Kingsley. Y no sólo es por la caracterización del personaje, sino por su manea de interpretarlo, llena de humor pero absolutamente convincente. Destacar por la espléndida aportación del joven Ty Simpkins, que ya se hiciera notar en títulos como Revolutionary RoadThe next three days o Insidious, confirmando que se trata de un actor al que seguir la pista. Por último, señalar la breve, pero siempre gratificante intervención de Miguel Ferrer como vicepresidente del gobierno, el toque Lynch de la película, aparte de algunos tullidos.



El cambio de tono y registro se percibe igualmente en la banda sonora, desvinculada por fin de aquelheavy metal caducado y trasnochado, que dejan paso aquí a una banda sonora al servicio de la acción y la evolución del relato y cuando tiene que incorporar algún tema diegético resulta mucho más convincente. Por lo demás, Iron Man 3 no supondrá decepción alguna. Todos los elementos visuales están tan extraordinariamente logrados consiguiendo momentos realmente espeluznantes, como los del ataque a la casa de Tony Stark, el avión y el salvamento en el aire o la desbordante secuencia final. No se vayan cuando comiencen a salir los títulos de crédito, que vuelve a haber algo más.

¿Y a ustedes que les pareció esta gran película?


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